Sandro Benedetto, físico y astrólogo de mi pariente el ilustre Nicolás Orsini, trazó mi horóscopo el 6 de marzo de 1512, día en que nací a las dos de la mañana, en Roma, señalando importantes contradicciones en la cartografía de mi existencia. Es cierto que el Sol en signo de agua, reforzado con mi buen aspecto ante la Luna, me confería poderes ocultos y la visión del más allá, con vocación para la astrología y la metafísica. (...) Pero también es tremendamente cierto que el maléfico Saturno, agresivamente ubicado, me presagiaba desgracias infinitas (...)
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