martes, 27 de diciembre de 2011

Jardines mágicos: La armonía, el vacío y la meditación zen



La denominación de ”jardín zen” es relativamente moderna, se refiere al jardín japonés seco. En realidad es un contrasentido llamarlo zen, puesto que el budismo, que llegó a Japón como un sincretismo entre Taoísmo y Budismo adquiriendo la denominación zen, enseña que la forma ideal de espacio de meditación es una habitación vacía, en una postura adecuada y mirando a una pared sin ornamentos.

También el ideal de jardín budista sería un espacio totalmente vacío, cosa evidentemente imposible. No es un espacio dedicado al deleite de los sentidos físicos, sino a la meditación, al sentido místico.

El jardín zen se puede construir en una caja de zapatos o en una caja de cerillas pero ha de ser un espacio cerrado que no puede exceder los 10x30 m. Únicamente hay que colocar los elementos esenciales (arena, piedras, musgo) y trabajar estos elementos de forma que compongan una armonía personal, que tenga un significado espiritual o que induzca a la relajación necesaria para la meditación.

Se desarrolla principalmente durante el periodo Muromachi (1336-1573), en el que aparecen los dos ideales estéticos básicos de este jardín:

- La simplicidad elegante Yugen (siempre lo menos es más).
- La belleza del vacío Yohaku no bi (así como en música se valoran los silencios).

Tiene relación con el Taoísmo, según el cual el vacío es la parte útil de las cosas (un vaso no es el cristal, sino el vacío de su interior).  Tratar de encontrar un significado en la colocación de las rocas y en el rastrillado de la arena, es una labor bastante infecunda, puesto que la interpretación ha de ser subjetiva.

A un señor muy curioso se le ocurrió representar el jardín en un ordenador, haciendo diferentes combinaciones de los elementos, y descubrió que la combinación más racional y por tanto más armoniosa es la que tiene.

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