martes, 1 de mayo de 2012

Un café con ... Fernando Fueyo, autor del mural de Bömarzo


Para Fernando Fueyo, autor de la acuarela original que dio origen al mural de Bömarzo, "este café ha conseguido tener un rumor agradable, parecido al que existe en un bosque; aquí las personas conversan, en el bosque los árboles también dialogan".

¿Cómo ves Bömarzo, un año despúes de su apertura?

Es un espacio con sello personal, muy diferente, con un ambiente acogedor, puede llegar a ser un lugar culto, literario. Todos los comentarios que me llegan son buenos, vinimos en marzo con varias personas que participaron en el Jardín Botánico de Gijón en la primera jornada sobre conservación de los tejos y les encantó. También estuve con mi amigo Juan Luis Arsuaga y lo valoró enormemente, le pareció una iniciativa muy singular.

Cómo fue lo del mural ...

Recuerdo que en el boceto de la obra, escribí unas notas sobre cómo la imaginaba, sobre la armonía de los colores y sobre cómo crear una cortina propicia para el encuentro, la lectura y la conversación. Los robles son reales, forman parte de la Carbayera del Tragamón, en Deva, una zona de Gijón muy valorada desde hace mucho tiempo. Sólo hay un castaño, el de la oquedad que está en el centro. Los demás son carbayos que quedaron fuera del Jardín Botánico Atlántico, los visité durante varias semanas, los toqué y acaricié, para poder dibujarlos. Son libres, invitan al juego y a la poesía, tienen cientos de años, han sobrevivido a las dificultades y saben muchas cosas. Tengo que decir que el Botánico se está desarrollando muy bien, de forma natural, para Gijón es un pulmón y la gente lo está empezando a valorar, en un par de décadas será uno de los mejores de España, sin duda.

¿En qué proyectos estás?

Estoy leyendo y preparándome para un trabajo que me ha pedido la Editorial Aranzadi para dibujar la primera mujer vasca, de la que se ha encontrado un húmero en la cueva de Lezetxiki, en Guipúzcoa. Es de la especie Homo Heidelbergensis y se asemeja al que apareció en la Sima de los Huesos de Atapuerca. Era una mujer joven, de color rubio intenso, la imagino desnuda en el campo, recogiendo flores y hierbas para alguna pócima.

Acabas de ir a Tanzania, para ilustrar los trabajos arqueológicos en la 'cuna de la humanidad'

Allí han aparecido las huellas fosilizadas de los primeros homínidos, de casi 2 millones de años. En la Garganta de Olduvai se está realizando un trabajo magnífico y está demostrando el gran nivel de los investigadores formados en Atapuerca. No hay apenas nada publicado sobre aquello y se están planteando un proyecto de museo con los hallazgos. Dibujando en aquella zona me olvidaba de todo, me impresionó el pacto de respeto mutuo que existe entre los masais y la naturaleza.

En España te consideran el ilustrador de la naturaleza más relevante

Hace años hice otro tipo de pintura, expuse en Japón y en Alemania, pero en los años 70 tuve una llamada muy intensa hacia la naturaleza, fui consciente de que estaba empezando a desaparecer por la acción del hombre. Hoy lo asocio con mi infancia, me crié en una aldea de Llanes, donde no teníamos juguetes, nuestro juego estaba en el bosque y sobre todo en los árboles. Con el tiempo, he aprendido a valorar los cuentos de nuestra abuela, aquella narración oral con la que nos daba las claves para interpretar el bosque y sus posibles peligros, nunca nos pasó nada y aprendimos a convivir con la flora y con la fauna, sin molestar a la naturaleza.